La educación online para niños era, hasta hace pocos años, una idea que generaba diversas dudas en los padres de familia respecto a su efectividad. Sin embargo, la pandemia de COVID-19 obligó a muchas instituciones a adaptarse a este formato que, aunque hoy está mucho más normalizado, sigue siendo motivo de debate sobre cuán conveniente es que los pequeños aprendan sus materias escolares y extracurriculares a través de pantallas y dispositivos.
Por ello, en este artículo te ayudaremos a desmentir 10 mitos sobre la educación online para niños.
En la educación online no se tienen límites de tiempo
La duración de las clases escolares tradicionales -es decir, las presenciales- tenía mucho que ver con la distribución del horario para esta y otras actividades, tanto de los alumnos como de los profesores. Por ejemplo, una clase debe terminar a cierta hora porque el profesor debe irse a su casa tomando el transporte, o porque el niño será recogido por sus padres a las 3 p. m., por poner un par de ejemplos. Entonces, muchos creen que la virtualidad y esa falta de limitaciones pueden extender indefinidamente el tiempo de clase, pero no es así.
Recuerda: los profesores siguen siendo trabajadores con un horario que debe respetarse, mientras que los niños siguen teniendo el derecho de tener límites de tiempo con sus clases y poder dedicarse a otras actividades que sumen a su desarrollo o entretenimiento. ¡Eso lo tienen en cuenta los colegios y las academias!
La educación a distancia es de baja calidad
Una preocupación de los padres al inicio de la pandemia era que la educación virtual no aporta lo mismo que el formato presencial y que los aprendizajes no terminan siendo tan interiorizados por los niños. Aunque es cierto que la virtualidad requirió de cierto proceso de adaptación, y que los niños pueden tener más elementos de distracción en casa que no pueden ser supervisados por sus docentes, esto no quita que las clases puedan gozar de una gran calidad pedagógica.
Lo más importante es el contenido, mientras que todo buen profesor se hará escuchar y captará la atención de sus estudiantes si tiene una buena metodología. Además, las clases virtuales pueden verse potenciadas por aplicaciones y elementos tecnológicos que brinden una gran experiencia de aprendizaje.
Se requiere mucho dominio de la tecnología, plataformas o sistemas
La adaptación a la virtualidad fue muy intimidante para muchos padres y profesores en un inicio. Sin embargo, el paso del tiempo fue demostrando que la conexión a las clases y la interacción entre los alumnos y los docentes era bastante más sencilla de lo que hubiéramos esperado antes de que la pandemia nos fuerce este escenario.
A nivel de hardware, todo lo que se necesita es una computadora sin demasiados requerimientos técnicos que tenga conexión a internet y una cámara web. En cuanto a software, solo se necesita dominar aplicaciones como Zoom o Google Meet que, al día de hoy, son de amplio dominio para los internautas. Básicamente, solo debemos saber encender y apagar las cámaras y los micrófonos para poder hacer notar nuestra presencia, para escuchar las clases y para poder interactuar con compañeros y profesores.
Los estudios a distancia son para alumnos que no se esfuerzan
Antes de la pandemia existían muchos prejuicios sobre el nivel de exigencia de la educación a distancia. Se decía que esta estaba reservada para alumnos que no se esforzaban y que solo llevaban este formato «por cumplir» y para que todo sea más fácil. Este mito también terminó derrumbándose, ya que los colegios y universidades, para mantener su prestigio académico, están obligados a llevar a la virtualidad los estándares de calidad que tenían a nivel presencial. En esa línea, los exámenes, las tareas y el material educativo cambian de formato, pero pueden mantener sin problema su grado de dificultad por el bien de los estudiantes.
Puedes hacer fácilmente trampas en los exámenes
Es fácil imaginar a un niño haciendo trampas en un examen virtual, ya que creemos que solo debe minimizar su ventana, abrir otra y buscar las respuestas a las preguntas que se le plantean en la prueba. Sin embargo, hoy existen múltiples herramientas para que los colegios y universidades eviten este problema. Por ejemplo, algunas instituciones emplean software de aplicaciones que bloquean la opción de que los estudiantes accedan a páginas de ayuda o de consulta durante la realización de un examen. Entre estas opciones están Turnitin o Urkund, dos herramientas que hoy son bastante populares en el ámbito académico virtual.
Hay que leer demasiado
Es cierto que, años atrás, la educación a distancia consistía en que los profesores entreguen a sus alumnos enormes cantidades de material de lectura que compensen la falta de una clase tradicional en la que los educadores pudieran hablar. Sin embargo, los tiempos pasaron y los docentes ya cuentan con herramientas de videollamada en las que pueden desarrollar su clase bajo su propio estilo y método, teniendo la capacidad de resumir y explicar con ejemplos amigables lo que los niños tienen que aprender. Estas plataformas permiten también la participación de los alumnos, así que no debemos preocuparnos por que estos se queden sin resolver cualquier duda que tengan.
No hay que dedicarle mucho tiempo
En línea con el mito anterior, se creía que, en la virtualidad, las clases como tales tenían un tiempo muy limitado mientras que los alumnos quedaban «abandonados» a su suerte, solo teniendo que leer el material que se les encargaba. Esto no es así, ya que las plataformas de videollamada, que hoy tienen muchas más herramientas y capacidad que las que usábamos años atrás, permiten que un profesor brinde una clase dedicando el mismo tiempo que dedicaría a una clase presencial. Ni más ni menos. Por lo tanto, los estudiantes no ven sacrificadas sus horas de aprendizaje por cuestiones del formato. Si un profesor es bueno, lo hará notar presencialmente o a través de una pantalla.
Limitaciones de comunicación
El inicio de las clases escolares virtuales por la pandemia fue difícil, sin duda. Sobre todo en regiones como Latinoamérica, muchos no contábamos en casa con lo necesario para poder brindar o recibir clases. Por ejemplo, no era muy común que todos tuvieran un micrófono conectado a su computadora, o un ancho de banda suficiente como para que la transmisión de las clases fuera fluida y sin cortarse; estaba también la falta de conocimiento sobre cómo usar las herramientas de videollamada. Sin embargo, como ocurre con muchas otras cosas, la necesidad y la costumbre han normalizado nuestro uso de estos recursos.
Incluso, a nivel económico, vemos cómo se han abaratado los costos de los micrófonos y las cámaras web, mientras que las compañías proveedoras de internet se han ido adaptando hasta brindar, en la mayoría de los casos, las condiciones de servicio mínimas para poder tener clases virtuales en casa sin mayores contratiempos.
No hay control real sobre el aprendizaje del estudiante
Que los profesores y los estudiantes no compartan un mismo espacio no significa que no existan maneras de supervisar la atención y el aprendizaje de los segundos. Por ejemplo, en muchos casos es obligatorio el uso de la cámara encendida para ver que los alumnos estén poniendo atención, mientras que hay secciones de la clase dedicadas a la participación de estos para demostrar lo que han aprendido en el día. Por otro lado, al igual que en la educación tradicional, siempre van a estar los exámenes y tareas escolares para evaluar y poner en práctica lo aprendido.
No hay cercanía con los profesores
Se acusa mucho que la virtualidad vuelve fría y lejana la relación entre profesores y alumnos. Sin embargo, pensemos en esto: ¿acaso no hay profesores que, aunque estén en un mismo ambiente que sus alumnos, no logran captar su atención? Esto se da porque lo importante no es la cercanía física, sino el carisma y la metodología del docente para generar interés en los estudiantes sobre los temas que está enseñando. Por otro lado, fuera de los horarios de clase, los formatos de educación a distancia cuentan con distintas maneras de que los alumnos, si están realmente interesados en aprender, puedan contactar a los maestros para resolver cualquier duda sobre sus materias.
Conclusión: ¡no le temamos a la educación a distancia!
Aunque fue un reto aceptarla y volverla parte de nuestras vidas, la educación a distancia nos trae hoy una nueva manera de aprender, con nuevas herramientas y posibilidades, mientras que también ofrece ventajas como el ahorro de tiempo, de transporte y de traslados que nos quitan estrés y generan una mayor calidad de vida tanto para estudiantes como maestros. Como todo en la vida, tiene también algunas desventajas y desafíos, pero estos pueden ser perfectamente superados cuando los docentes y las instituciones se empeñan por brindar una educación de calidad.
Otro beneficio del formato es todo lo que nos permite aprender fuera de las materias tradicionales que los niños llevan en el colegio. Por ejemplo, existen cursos de programación para niños, desarrollo de videojuegos, generación de contenido, diseño gráfico y otras habilidades más relacionadas a la tecnología. Si quieres que tu hij@ construya un gran futuro con estas capacidades, ¡te invitamos a conocer los cursos de nuestra academia de programación para niños!
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